El fútbol es terreno de pasiones. Un deporte donde no solo se juega con una pelota y una camiseta, sino también con las emociones de los hinchas, a quienes un resultado positivo el domingo puede darles alegría en tiempos grises. Once jugadores que celebran victoriosos en el césped equivalen al triunfo anímico de miles o incluso de millones de personas que los ven desde las gradas o sus hogares.

La política, por otro lado, debería ser el terreno de las ideas. En un mundo ideal, los políticos debaten alturadamente. Atacan ideas, no personas, y defienden sus ideales con hechos concretos y argumentos racionales.

Lamentablemente, nos encontramos ahora en un territorio muy alejado del ideal. Los políticos buscan ganarse al electorado jalándoles las hebras emocionales. La meta es ganar corazones por encima de mentes. Crear fanáticos más que electores conscientes.

Por esta razón, el fútbol y la política, que en aquella inalcanzable utopía deberían ser como el agua y el aceite, funcionan tan bien juntos si se utilizan para fines de adoctrinamiento.

El fútbol nos da la oportunidad de abrazar nuestra cultura. (Foto: FIFA)

A lo largo de la historia contamos con multitud de ejemplos de gobiernos autoritarios, de izquierda y de derecha, que han utilizado el fútbol como manera de conseguir legitimidad, muchas veces efímera, pero siempre terriblemente útil.

Ahora, la imagen de la selección peruana, cuyo resurgimiento en los últimos años ha sido gracias a los resultados conseguidos en la cancha para alegría de todos, está siendo nuevamente manipulada para crear divisiones entre peruanos. El silencio de la FPF no ha hecho más que avalar este uso indebido. La federación encargada del fútbol de un país debería asegurar mediante sus acciones que el deporte del cual se hace cargo sea un elemento de unión entre todos los hinchas, ya que ese es la piedra angular sobre la cual se construye su imagen.

La meta (…) es crear fanáticos más que electores conscientes

Dejo en claro acá que considero que los futbolistas que integran la Selección son ciudadanos como cualquier otro. Como tales, tienen todo el derecho del mundo a tener una opinión política y a expresarla a través de sus redes sociales. El problema es cuando la opinión la hacen detrás de la franja roja, que reitero, debe ser un símbolo de todos los peruanos, no de quienes comparten una línea política. Dicho esto, esta columna no es sobre ellos, sino sobre los que salen a la palestra. Aquellos que buscan conseguir el tan ansiado poder político esbozando una sonrisa y gritando ¡arriba Perú! vestidos con la blanquirroja.

La buena actitud de la hinchada en el Mundial Rusia 2018 nos hizo ganar el premio The Best de la FIFA a la mejor hinchada. (Foto: FIFA)

Ojalá que en algún momento nos acerquemos a aquel escenario utópico que describí más arriba y tengamos mejores políticos. Candidatos que se eleven por encima de los facilismos en los que incurren aquellos que buscan manipular emociones poniéndose una camiseta.

Hoy toca defender la neutralidad de algo que debe tener como único fin la generación de unión, no de divisiones. De alegrías, no de odios. La camiseta es de todos y para todos. Nunca de algunos por encima del resto.

Columna escrita por Jaime Herrera, redactor de Pase Filtrado.