Cada cierto tiempo ocurren esas tragedias que nos hacen dejar de mirar nuestros propios zapatos y mirar al cielo. Tragedias que nos hacen recordar que hay una realidad fuera de nuestra rutina del día a día. Tragedias que nos hacen unirnos en mente y alma a desconocidos que viven a miles de kilómetros de distancia, que hablan otro idioma y que aman otra camiseta.

El accidente aéreo del Chapecoense, ocurrido el 28 de noviembre del 2016, fue una de aquellas tragedias.

Un conjunto de negligencias por parte de los pilotos y la aerolínea LaMia hizo que ese fatídico día se perdieran 71 vidas. De los 6 sobrevivientes, 3 eran futbolistas. Jakson Follmann, Neto y Alan Ruschel.

71 de 77 personas perdieron la vida. (Getty Images)

Las muestras de solidaridad no tardaron en aparecer. Atlético Nacional, con quien el conjunto brasileño iba a disputar la final de la Copa Sudamericana, cedió el trofeo sin que se jugaran los partidos definitorios. Varios otros clubes ofrecieron prestar jugadores a costo cero, aunque esto nunca se llegó a realizar.

Otro proyecto que se planteó para ayudar al club brasileño en aquellos tiempos oscuros fue la de anular su descenso, en caso el equipo quedara en las últimas posiciones del Brasileirao. Esta propuesta tampoco llegó a buen puerto.

Finalmente, el 27 de noviembre del 2019, un día antes de que se cumpliera el tercer aniversario de aquel terrible día, el debilitado Chapecoense descendió a la Serie B brasileña.

El Chapecoense descendió luego de quedar en el puesto 19. (CNN en español)

Una tragedia es una bestia de tentáculos largos, pero no infinitos. Es eterna en el sentido que siempre se recordará a las victimas de tan lamentable incidente, pero su influencia tiene un límite. La noche no es para siempre y siempre habrá un nuevo día.

El 12 de enero del 2021 marca un nuevo día para el Chapecoense. Su victoria por 2-1 contra el Figueirense le dio el ascenso nuevamente a la máxima categoría del fútbol brasileño. Semanas más tarde, el 29 de enero del 2021, consiguió el trofeo de la Serie B al vencer por 3 – 1 al Confiança.

Alan Ruschel, uno de los sobrevivientes de su noche más oscura, fue el encargado de levantar la copa en lo que esperemos que signifique un auspicioso nuevo amanecer para ese club del que, desde aquel 28 de noviembre, todos somos hinchas.