Cuando uno ve los spots publicitarios argentinos en los que se habla de Maradona, es evidente que la deificación que ha experimentado su imagen a través de los años es un proceso que sigue evolucionando.

Desde que era aquel ‘pibe’ al que todos iban a ver a la cancha de Argentinos Juniors, siendo la imagen viva del ‘fútbol de potrero’ que revuelve emociones en los fanáticos argentinos desde la llegada del deporte mismo al puerto de Buenos Aires.

Pasando por su llegada a uno de los dos grandes del país, Boca Juniors, a donde decidió ir a parar sin importarle la crisis económica en la que se encontraba el club ni a que en ese momento se encontraba siendo ‘cortejado’ por otros clubes con mayor poder adquisitivo como River Plate.

Luego exhibiendo su fútbol por Europa, pasando primero por Barcelona, donde a base de patadas malintencionadas lograron hacer que esté largo tiempo afuera del ‘verde’ donde siempre se sintió pleno y luego por Nápoles, para encabezar una lucha simbólica histórica entre el pobre y rural sur italiano contra el rico e industrializado norte.

Maradona levantando el primer ‘scudetto’ de la historia del elenco napolitano.

Al mismo tiempo que se convertía en ‘Dio’ para los napolitanos, llegaría la apoteosis con la ‘Albiceleste’, consiguiendo el Mundial de México 86 y quedándose muy cerca de repetir la hazaña cuatro años después en Italia 90.

Luego, llegarían los tropiezos y caídas, aunque aún seguía siendo aquel ‘barrilete cósmico’ descrito por Víctor Hugo Morales que dejaría su estela mágica por Sevilla y Newell’s.

Finalmente, terminaría su gloriosa carrera regresando a Boca, en el reencuentro esperado que culminaría con el recordado “la pelota no se mancha”.

Argentina contra Inglaterra

Para tratar de entender porque la figura de Maradona ha alcanzado el nivel de idolatría que no han alcanzado otros jugadores argentinos de gran calidad debemos traer a colación aquel partido acontecido un 22 de junio de 1986: el recordado Argentina – Inglaterra del Mundial de México 86, donde se definía quien accedería a la semifinal del certamen.

Primero tenemos que situarnos en el contexto histórico. Cuatro años antes de aquel encuentro sucedió la Guerra de las Malvinas, conflicto bélico en el que las fuerzas armadas argentinas y británicas se enfrentaron por el dominio de las Islas Malvinas. La derrota de Argentina, que produjo la cifra de 650 fallecidos, muchos de ellos jóvenes conscriptos inexpertos en cuanto a la disciplina de la guerra, dejó una herida abierta que aún sangraba cuando 11 argentinos y 11 ingleses se encontraron en el mítico Estadio Azteca.

La formación argentina: el 3-5-2 ideado por Bilardo. (Foto: Wikipedia)

Argentina llegaba luego de clasificar primero de su grupo con cinco puntos luego de vencer a Corea del Sur y a Bulgaria y empatar con Italia. Luego, vencería a Uruguay 1-0 en un partido muy disputado.

Inglaterra había clasificado como segundo de su grupo con tres puntos, luego de caer frente a Portugal, empatar con Marruecos y vencer en la última fecha a Polonia. En octavos eliminó a Paraguay con un marcador de 3-0.

La formación inglesa, el 4-3-1-2 de Bobby Robson. (Foto: Wikipedia)

En el primer tiempo no hubo mucho peligro en cuanto a ocasiones. Esto cambiaría en el segundo tiempo, con dos goles que ejemplifican claramente lo que fue Maradona.

La mano de Dios

El primer gol inicia en el minuto 6 de la segunda mitad con el ‘Vasco’ Olarticoechea dándole un pase a Maradona por la banda izquierda. Este, regatea a dos rivales y se la cede a Valdano, quien no venía teniendo un buen partido y la controla mal. Sin embargo, la pelota elevada es enviada al centro del área por Hodges para que pueda ser agarrada por Shilton. Hodges, de espalda a lo que venía sucediendo en el área, habilita sin querer a Maradona, quien había quedado en posición adelantada. Diego salta para cabecear, pero viendo que el portero inglés también venía para atenazar el balón, utiliza la mano izquierda para empujarla a la red.

El árbitro principal, Ali Bin Nasser, convalida el gol. Maradona, posteriormente, reconocería que lo había hecho “con la mano de Dios”.

Maradona anota el primer gol del partido con la mano.

El gol del siglo

Cuatro minutos más tarde, llegaría el que es considerado por muchos como el mejor gol de la historia de los Mundiales e incluso como el mejor de la historia del fútbol.

El ‘Negro’ Enrique se la cede a Maradona antes de la línea de mediacancha. Este, con un giro sobre su cuerpo elude a Beardsley y a Reid. El ‘10’ continúa su carrera triunfal eludiendo a Butcher y a Fenwick. Dentro del área, Shilton sale a achicar el espacio de remate, pero es también eludido magistralmente quedando con el arco expuesto. Maradona remata al mismo tiempo que es derribado por Butcher, quien lo venía siguiendo desde que fue esquivado más temprano en la jugada.

Más adelante Inglaterra descontaría desde la cabeza de Gary Lineker, pero el resultado quedaría siendo beneficioso para Argentina, quien accedería a la semifinal para vencer a Bélgica y posteriormente a Alemania para hacerse con la segunda copa de su historia.

Maradona anota el segundo gol, con la legendaria narración de Víctor Hugo Morales.

La razón de Dios

¿Por qué este partido y, más específicamente, los goles, ejemplifican quien fue Maradona y el porqué de la magnitud de su idolización?

Con el segundo tanto queda clarísima la primera razón para esto: el enorme talento que permitió a Argentina alcanzar la meta máxima. Luego de la consecución del título, ese gol quedaría como la coronación de Maradona como el mejor jugador del momento y, para muchos, de la historia. El equipo, si bien es cierto contaba con grandes jugadores y con uno de los mejores técnicos de la historia como Carlos Salvador Bilardo, es con aquel plus que le daba Maradona con sus grandísimas actuaciones que finalmente consigue alzarse como campeón mundial.

Dios imperfecto

El enorme talento, sin embargo, no basta para ser considerado ídolo ni mucho menos ‘Dios’. Es aquí donde entra a tallar el lado ‘humano’: el lado de las contradicciones, de los errores, de los tropiezos. Sí, contradictoriamente, se necesita ser bastante humano para ser considerado un ‘Dios’. Una figura perfecta puede ser admirada, pero nunca adorada visceralmente como lo es Maradona para los argentinos o napolitanos. Los errores son los que hacen que el hincha diga: “Maradona fue el mejor de todos, sí, pero también fue, y sigue siendo, uno de nosotros”.

Hinchas napolitanos adorando a Maradona en un altar.

Con el primer gol se vislumbra este lado humano. ¿Diego hizo trampa para conseguir un beneficio? Sí, al igual que todos alguna vez en la vida.

Con la victoria de Argentina contra Inglaterra también entra a tallar el tercer aspecto que considero que hace que la imagen de Maradona alcance el nivel de idolatría que posee: la importancia social y cultural.

Maradona, en Napoli, consiguiendo el primer scudetto de su historia, simbolizó la redención del empobrecido y marginado sur de Italia contra el poderoso norte. En Argentina, el triunfo frente a los ingleses logró el mismo ánimo de revancha en la ciudadanía contra los que consideraban invasores de su territorio y asesinos de un padre, tío, primo, sobrino, hermano o hijo.

«El más humano de los dioses»

Todo esto: la influencia cultural y social, el gran talento y el lado humano, hace que el argentino sienta que Maradona es un ser divino y ciertamente mucho más ídolo que muchos otros grandes jugadores que en algún momento vistieron la camiseta albiceleste.

La muerte de Maradona, ocurrida un 25 de noviembre del 2020, es otro cambio de estado del ser que supo ser humano, que supo ser Dios, sin hacerlo a la perfección, pero plenamente consciente de sus errores y fracasos. Esto lo convirtió en, como supo sintetizarlo perfectamente Galeano: “el más humano de los dioses”.