Deportivo Municipal en el barro: El gigante caído inicia su travesía en la Liga 3
Los 'Ediles' inician en la Liga 3 el arduo camino de reconstrucción de un histórico del fútbol peruano.

Los 'Ediles' inician en la Liga 3 el arduo camino de reconstrucción de un histórico del fútbol peruano.
La memoria del fútbol peruano guarda con celo los nombres de los clubes que tejieron su historia con gestas y trofeos. El Club Deportivo Municipal, con cuatro estrellas bordadas en su escudo, exhibe un palmarés que trasciende cualquier debate. No hace tanto, ‘la academia’ era un rostro familiar en los torneos continentales, llevando la bandera nacional en la siempre exigente Copa Libertadores y Sudamericana, siendo aquel lejano 2019 su último baile en esos escenarios.
Seis años después de aquellas noches de copa, la realidad golpea con la crudeza de un descenso impensado. El ‘Muni’ se encuentra hoy en las arenas de la Liga 3, un escalón que contrasta dolorosamente con su pasado de gloria. Jóvenes imberbes, herederos de una camiseta con peso propio, intentan insuflar nueva vida a un club herido. En su debut, la garra juvenil chocó con la solidez del equipo filial del Sport Boys, un empate sin goles que dejó un sabor agridulce. La pregunta flota en el aire, punzante como un remate fallido: ¿cómo un histórico del balompié nacional, acostumbrado a las luces de la primera división y los viajes internacionales, ha terminado labrando su futuro en esta desconocida categoría?
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El peso de la historia no blinda al Deportivo Municipal de una dolencia endémica del fútbol peruano, que azota con especial virulencia a quienes no visten las camisetas de los tres grandes de Lima: la asfixiante crisis económica. Desde sus últimas campañas en la Liga 1, ‘la academia’ cargó una cruz de sanciones, puntos restados jornada tras jornada por una constante y lacerante falta de pagos.
El fatídico 2023 se erigió como un punto de no retorno. El grito de las tribunas no pudo acallar el silencio de las arcas vacías. El cuadro edil, herido de gravedad financiera, no pudo honrar sus compromisos salariales con sus futbolistas. La ley laboral, implacable, les abrió la puerta de salida, dejando un vacío irremplazable en el equipo. Aquel torneo, marcado por la incertidumbre y la desazón, escribió el epílogo de un esperado retorno a la primera división, sellando un descenso tan anunciado como doloroso, nueve años después de haber reconquistado su lugar en la élite.
Pero la sombra de la crisis económica se extendía implacable sobre el ‘Muni’. La deuda, lejos de menguar, se aferraba con intereses crecientes, desvaneciendo cualquier ilusión de un pronto retorno a la Liga 1. Y el destino, cruel e inesperado, asestó un golpe aún más bajo. A pesar del esfuerzo en el campo, de la garra que mantuvo a ‘La Franja’ a flote en la Liga 2, una decisión administrativa lapidaria truncó toda esperanza. El veredicto fue inapelable: el Deportivo Municipal se veía abocado a competir en la recién inaugurada Liga 3, un descenso administrativo que añadió sal a una herida ya profunda.
Las cabezas rodaron en el sillón presidencial del Deportivo Municipal como hojas arrastradas por el viento, síntoma inequívoco de una inestabilidad que minó los cimientos de la institución. Aquel club que alguna vez desfiló con orgullo por los campos de la Liga 1 y los torneos continentales se desdibujó, dejando tras de sí la necesidad urgente de una dolorosa reestructuración, un intento por refundar un futuro incierto. Incluso el arraigo geográfico se vio alterado. Tras doce años de jugar en el Estadio Iván Elías Moreno, el equipo regresó a sus orígenes, a la entrañable y popularmente conocida ‘Cancha de los Muertos’, ubicada en el distrito de Chorrillos, un retorno cargado de simbolismo, como si buscando en las raíces la fuerza para resistir la tempestad.
Poco queda de aquel Deportivo Municipal que los aficionados guardan en la memoria. La reestructuración abarca todos los ámbitos, desde lo administrativo hasta lo deportivo, un proceso lento y tortuoso para un gigante herido. El retorno a la ‘Cancha de los Muertos’, no es solo un cambio de escenario, sino un intento por reconectar con la esencia de un club que se niega a desaparecer, aferrándose a la pasión de su gente como último bastión.
¡Después de 12 años… @CCDMunicipal vuelve a Chorrillos! 🏟️🔥 ⚽ En total, el equipo ha jugado 91 partidos ahí: 51 triunfos, 19 empates y 21 derrotas. #EchaMuni https://t.co/Zv4z3rqP5H
— Miguel Llanos (@echa__muni) April 24, 2025
Pero en medio de esta profunda crisis, en este descenso a las entrañas del fútbol peruano, existe un elemento intangible, una fuerza que late con la intensidad de los viejos tiempos y que se niega a ver caer al ‘Muni’ en el olvido.
En medio de la tormenta de problemas económicos y la incertidumbre administrativa, muchos otros clubes habrían claudicado, dejando atrás un cascarón vacío. Pero esa rendición no reside en el ADN del hincha del Deportivo Municipal. Para ellos, el sentimiento sigue intacto, latiendo con la fuerza de un tambor en cada rincón de Chorrillos. Y ese amor incondicional se refleja en el campo, en los ojos brillantes de jóvenes jugadores, en su mayoría sub-18, quienes visten la franja con un orgullo que trasciende su corta edad. Se sienten depositarios de una historia gloriosa, responsables de mantener viva la llama de ‘Muni’.
El reciente empate contra el equipo filial del Sport Boys en la ‘Cancha de los Muertos’ es solo un ejemplo palpable de la atmósfera que rodea al club en esta nueva etapa. Las gradas se visten de fiesta, repletas de familias, de gente que lleva los colores ediles tatuados en el alma, de un público que ama a su club por encima de cualquier resultado, aferrándose a la esperanza de un futuro mejor. Para estos jóvenes jugadores, cada encuentro es una oportunidad de honrar esa pasión incondicional, de demostrar que el espíritu del club sigue vivo.
Y en cada rostro que alienta desde la tribuna, en cada joven que se desliza por el campo con la franja en el pecho, reside la certeza de que el Deportivo Municipal, por más profundo que sea el barro en el que hoy se encuentra, no está solo. Ese amor incondicional de su gente es el motor que impulsa este renacer, la promesa silenciosa de que la historia, tarde o temprano, volverá a sonreír en las canchas.