Piero Quispe jugó los 90 minutos ante Bolivia en La Paz (Foto: La Bicolor).

Piero Quispe caminó en medio del fuego. Corrió cuando todos se detuvieron; controló cuando nadie más pudo; avanzó cuando el aire ya no le entraba en los pulmones y se rebeló cuando -algunos compañeros y técnico- hacían un desastre en La Paz.

Ante lo desvirtuada que se ha hecho la palabra, por fin apareció uno que lo amerita de verdad: crack. Porque, finalmente, en el juego del fútbol, no es crack el que hace piruetas con la pelota en su propio campo, ni el que te hace una huacha o sombrero intrascendente. Es talentoso aquel que usa cada recurso de su juego para intentar meter la pelota al arco rival, él o sus compañeros. Si a esto le agregamos carácter, temple, liderazgo y rebeldía, entonces estamos ante un crack.

Piero en La Paz encaró y recuperó. Se mostró, jugó e hizo jugar, corrió. No le quemó la pelota ni le pesó la camiseta. Para entender más o menos lo que hizo hoy Quispe en el estadio Hernando Siles, reduciré todo al primer tiempo. Unos 45 minutos dónde a cada futbolista de la selección peruana le costó controlar y dar un pase preciso, pero al volante de Universitario le sobró técnica cada vez que la pelota estuvo en sus pies.

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Hoy, con 22 años, fue el líder de una selección peruana que no encuentra cómo revertir este pésimo arranque, dónde Juan Reynoso y varios «líderes» de la blanquirroja son los máximos responsables. Desde este espacio aconsejo, Juan Máximo Reynoso, haz jugar a Quispe, te puede salvar. Ya demostró tener cualidades del verdadero líder: enseñar con el ejemplo.